ANTES DEL ANOCHECER

Antes del anochecer es el cierre a la excepcional trilogía de Richard Linklater. Una película que aborda un tema pocas veces visto en el cine: la relación amorosa en su punto intermedio, la rutina.

antes del anochecer

Minutos después de acabar Antes del anochecer (Before Midnight, 2013) uno no termina de creerse que no volverá a ver a Jesse y Céline otra vez. Guardo en mi interior la esperanza de que Richard Linklater solo esté esperando a que, como entre las tres que componen la saga, pasen los años justos para poder contar una nueva fase, la de la vejez, quizá. Aun con ese deseo interior, permanece la sensación de que esta última es la más perfecta de la trilogía. La más real, veraz y terrenal, alejada del idealismo y romanticismo de la primera; no así tanto de la segunda; pero este cierre, aunque se trata de un duro golpe que deja un sabor amargo, siendo sin duda la más agridulce de todas, genera el regusto más positivo y esperanzador.

Estamos acostumbrados a ver en la gran pantalla historias románticas pasionales y emocionantes, llenas de vaivenes y desenfreno, hasta el punto de comparar en ocasiones lo que uno ve con lo que uno tiene. Por eso pocas veces el cine ha sido fiel reflejo de lo que es la vida en una pareja estable. Sí ha retratado sin embargo los procesos de enamoramiento y de ruptura. Ahora, tras 9 años juntos y un par de gemelas de por medio, Jesse y Céline se encuentran en su momento más maduro, en el que la pasión hace tiempo que abandonó el nido y donde la rutina se ha adueñado de sus vidas. Se les ve más cómplices que nunca, pero la convivencia hace mella y saca a veces lo peor de ellos y, en consecuencia, los errores del pasado, con los que se ven obligados a lidiar en el último tercio de la cinta. Aun así, y recalcando la idea de que se trata de la película más positiva, profundiza en la amistad intrínseca de la pareja y en la idea de que el amor evoluciona en algo mucho más complejo e ininteligible. No mejor ni peor, sino diferente.

El guion, la dirección y las actuaciones nos llevan a todo ello. Tres secuencias copan el metraje, las tres con marcadas intenciones: plantar la semilla del conflicto, prender la mecha del drama y dejar que la bomba explote. Hasta que esos momentos llegan el diálogo fluye con una naturalidad pasmosa gracias a la excelencia actoral de Ethan Hawke y Julie Delpy, de quienes uno puede llegar a extrañarse de que no sean pareja en la vida real, ya que tienen una química, una naturalidad abrumadoras. Se bastan de una mirada o una sonrisa para hacerse entender, y se nota. Por otro lado, los interminables planos de Linklater aportan una fluidez y una inmersión brutal. Uno pierde la cuenta de cuánto dura ese viaje en coche por la carretera, casi sin cortes... Como dije en la anterior crítica, parece casi un documental.

De nuevo surge el dilema de si es una película difícil de ver. Creo que tiene mayor carga dramática y los conflictos son mucho más palpables, así que aunque su duración sea levemente superior a sus predecesoras creo que sin embargo es la más entretenida.

Y al año siguiente estrenaría Boyhood...

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