STAR WARS: EL ASCENSO DE SKYWALKER

J.J. Abrams entrega a la saga Star Wars un cierre trepidante y espectacular, sacrificando por el camino la coherencia narrativa y la construcción sosegada de los arcos dramáticos de los personajes

La saga galáctica iniciada por George Lucas en 1977 llega a su fin con su noveno episodio: Star Wars: El ascenso de Skywalker. J.J. Abrams ha sido el encargado de llevar a cabo la ardua tarea de entregar un cierre que debiera ser emocionante, trepidante, y cargado de epicidad, y a su vez lograr el más difícil todavía: satisfacer a una audiencia masiva, multigeneracional, hambrienta de duelos a espada láser, batallas espaciales y revelaciones de infarto.

Para intentar contentarnos a todos, Abrams ha tomado la decisión de hacer una enmienda a la totalidad de lo expuesto por su predecesor, Rian Johnson, en Star Wars: Los últimos Jedi, una película arriesgada que, al parecer, generó un gran cisma entre la audiencia del que Lucasfilm ha tomado buena nota. Así, gran parte de las decisiones revolucionarias introducidas por el Episodio VIII se han modificado, o directamente suprimido, para reconducir la historia hacia un camino en exceso conservador, demasiado preocupado por el qué dirán los espectadores en las redes sociales como para ofrecer retos y escenarios novedosos.

J.J. Abrams arranca la cinta con el acelerador pisado hasta el fondo, compensando desde el principio hasta el final su falta de atrevimiento con una apuesta desacomplejada por el espectáculo por el espectáculo sin considerar si todo lo que ocurre en pantalla afecta y genera un poso real en los personajes. De esta manera asistimos a un bombardeo constante de secuencias espectaculares vacías de contenido y a una sucesión de decisiones y giros insatisfactorios que consiguen lo contrario de lo que pretenden transmitir.

Aun así, a pesar del montaje apresurado y el palpable miedo a aburrir, Star Wars: El ascenso de Skywalker ofrece algunos de los pasajes más potentes de la nueva trilogía: persecuciones incesantes, escenarios imponentes y acción a raudales que entretienen y hacen pasar un gran rato en la butaca. Sin embargo, lo más destacable de la película es la impresionante labor de sus actores, como Daisy Ridley, Adam Driver u Oscar Isaac, que lo dan todo desde su parcela para conseguir un desenlace emotivo para una saga para la historia.