300: EL ORIGEN DE UN IMPERIO

La secuela/spin-off/precuela de la exitosa '300' (2006) llegó al fin tras hacerse de rogar. Con el novato Noam Murro sustituyendo a Zack Snyder ('El hombre de acero') y con Sullivan Stapleton haciendo de nuevo héroe como antaño lo hiciera Gerard Butler (Leónidas), esta nueva entrega del cómic de Frank Miller da lo que promete: violencia y testosterona a raudales


La primera entrega dirigida por Zack Snyder nos dejó frases y escenas para el recuerdo. Una película novedosa y rompedora, muy fiel al cómic, que hizo las delicias de miles de adolescentes en plena ebullición, ofreciéndoles acción, tortas a tutiplén y mucha sangre. Pero la película no era sólo eso. El componente histórico desaparecía casi por completo para brindarnos una buena dosis de épica y acción sin descanso, con una estética muy marcada y altamente atractiva.

Quedan ya para la historia las famosas citas "¡Esto es Esparta!", "¡Esta noche cenaremos en el infierno!", o el mítico grito "¡Ahu, ahu, ahu!", así como las brillantes escenas de la lluvia de flechas o la carga contra el acantilado.

Pero nada de todo eso permanece en su secuela. '300' queda en el recuerdo como un conjunto con identidad propia y calidad, guste o no; '300: el origen de un imperio' mantiene la fórmula como puede, ya que la dirección de Murro a mi parecer no llega a la de Snyder, pero se olvida nada más poner un pie fuera de la sala. Ni siquiera la banda sonora mantiene el nivel de la creada por Tyler Bates, que le daba un gran empaque y suponía la guinda de un bonito pastel.

Hay más sangre (muchísima), coreografías y personajes con peso, pero todo fracasa estrepitosamente a pesar de no variar demasiado lo que ya funcionó antaño. Sólo la presencia de una malvada femme fatale muy sexy y con un carácter de perros como Eva Green compensa el precio de la entrada.

Sullivan Stapleton como el general ateniense Temístocles no cumple en el papel de héroe. Nada le mueve salvo el amor a la patria (algo demasiado etéreo). Al menos Leónidas quería volver con su esposa e hijo, lo que ya le da un peso infinitamente mayor a su motivación. Por no mencionar el carisma inexistente en el primero y rebosante en el segundo.

Se profundiza ligeramente en el personaje de Jerjes (Rodrigo Santoro) (de por sí ya interesante), pero lo que podría haber sido un buen tratamiento aquí se lo ventilan de un plumazo con un brevísimo flashback. Igual pasa con Artemisia (Green), pero en su caso la cosa se arregla.

En fin, un correcto producto para los que solo se conformen con ver dosis de sangre por triplicado y más de lo más superficial de su predecesora, pero para eso mejor jugad a un videojuego. De lo bueno se olvidaron. 

Puntuación: * 1/2 (sobre 5)

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