LA JOVEN DEL AGUA
La joven del agua
La joven del agua (Lady in the water, 2006), la que para muchos fue el inicio del declive de la carrera de M. Night Shyamalan, me parece un cuento maravilloso, emocionante y que gana con el tiempo
La losa de que te etiqueten como el discípulo de Steven
Spielberg le ha pesado a M. Night Shyamalan desde que arrasara con El sexto
sentido, su falsa ópera prima. Más que a él, a sus seguidores. Una película
tremendamente exitosa que puso el listón demasiado arriba a un creador que
arriesga en cada nueva película. Todos querían más sextos sentidos, pero lo que
Shyamalan ha creado después ha sido cine
de primerísima calidad no siempre valorado por todos. Obras como la magnífica El bosque, sobre el poder del miedo, o La joven del agua, atestiguan las
habilidades de este director que nunca deja a nadie indiferente.
La joven del agua ofrece un juego en el que no todo el mundo
está dispuesto a participar. Los más escépticos se mantendrán alejados de este
cuento de hadas al que hay que permitirle algunas concesiones para que nos
embruje con su magia. O te encanta, o te deja frío. M. Night Shyamalan creó
esta historia de improviso como cuento de buenas noches para sus hijos, y eso
se nota en un arranque potente pero un nudo que da varios tumbos hasta volcarse
en el inexorable desenlace. Esta improvisación palpable puede ser suficiente
para que algunos viajeros se bajen del tren antes de llegar al destino final.
Es en gran parte por la preciosa banda sonora de James
Newton Howard que la película mantiene altas las cotas de interés hasta que sucede
el desenlace. Otorga esa aura de cuento necesaria para terminarnos de sumergir
en su atmósfera y abandonar definitivamente todo sentimiento de incredulidad o
rechazo para entregarnos por completo a su arte.
También ayudan por supuesto las actuaciones del bonachón
Paul Giamatti y Bryce Dallas Howard, como dulce ninfa. Ambos se elevan por
encima de un elenco sin demasiados destellos, nada favorecido por la simpleza
de sus personajes, completamente entregados a la funcionalidad de la historia.
Tan solo los personajes de Giamatti y Dallas Howard ofrecen matices suficientes
para generar un alto grado de empatía.
En el otro lado de la cámara, la realización juega
constantemente a ofrecernos algo diferente. Puntos de vista menos convencionales
que se mantienen en personajes que simplemente observan o escuchan bajo la
apariencia de una puesta en escena algo televisiva que pega un giro radical en
el último tercio, con planos muy sugerentes y evocadores que dan un amplio
margen a nuestra imaginación para, como las hijas del director, dejar volar
nuestra mente en esta historia fantástica que acaba de manera épica,
emocionante y grandiosa, aunque sin el tiempo suficiente para digerirla, ya que
los créditos aparecen mucho antes de lo deseado. Aun así, La joven del agua se antoja una
película imprescindible para los amantes del fantástico que confía en el poder reformador e inspirador de las historias para seguir sacando lo mejor de nosotros.
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