LIGA DE LA JUSTICIA

Liga de la Justicia (Justice League, 2017) es el órdago de DC para aprovechar el supuesto hambre del público de historias de superhéroes, pero la jugada sale mal parada por culpa de un guion plano que parece haber pasado por demasiadas manos algunas poco indicadas.

liga de la justicia

Para analizar una película de superhéroes ajena a Marvel resulta casi inevitable recurrir a la firma de Disney para analizar y comprender cómo se debe construir un film y un mundo superheroico de calidad que resulte ser un verdadero éxito de crítica y taquilla.

Los Vengadores (Avengers, 2012) llegaron al cine tras cuatro años de presentaciones. Todo empezó con Iron Man (Iron Man, 2008), continuó con El increíble Hulk (The incredible Hulk, 2008), Iron Man 2 (Iron Man 2, 2010), Thor (Thor, 2011) y Capitán América: El primer Vengador (Captain America: The first Avenger, 2011). Salvo la película de Hulk, que resultó fallida y se decidió optar por un actor y tono nuevos para Los Vengadores, todas fueron un completo éxito, y los personajes llegaron sobradamente explicados a la cita grupal. Cada uno con su drama personal y personalidad bien marcados y definidos. Así, en Los Vengadores solo sería necesario repartir bien los pesos en la balanza para que ninguno se viera solapado y todo conformara un conjunto heterogéneo y compensado. Así fue, y Joss Whedon nos brindó posiblemente la mejor película de superhéroes hasta la fecha. Un festival de acción, humor y evasión maravilloso que en DC, a pesar de múltiples esfuerzos, aún no han conseguido igualar.

La situación de Detective Comics es bien diferente. Para cuando Iron Man vio la luz, Christopher Nolan estrenaba El caballero oscuro (The dark knight, 2008), la segunda parte de su trilogía de Batman, apartada de cualquier universo cinematográfico. Habiendo visto el incontestable éxito de Marvel, cuando en Warner quisieron dar pistoletazo de salida a su propio mundo estábamos ya en 2013: El hombre de acero (Man of steel, 2013) la revisión de Superman de corte sobrio y trascendental, una línea que permanecía atada a los cánones impuestos por Christopher Nolan con su exitosa saga de Batman y que en principio habría de marcar la línea a seguir para las próximas películas. El hombre de acero generó diversidad de opiniones y funcionó bien en taquilla, pero no parecía destinada a ser la película primigenia de un universo uniforme y cohesionado, sino que conservaba la esencia de una saga apartada de cualquier cosmos superheroico. En lo personal, me parece una gran película a pesar de su irregularidad. Una que se toma su tiempo para construir al personaje, pero que fracasa con un exceso de acción y explosiones generadas por ordenador en su último tercio.

Presentado Superman, era el turno de Batman. Con la trilogía protagonizada por Christian Bale todavía en la memoria (2006, 2008 y 2012), resucitar al caballero oscuro tan solo cuatro años después parecía arriesgado, puesto que la película resultante perdería a priori en todas las comparaciones con la saga de Nolan. En lo que acabó siendo la peor elección posible, DC se saltó el paso de presentar a todos sus héroes de manera individual para quemar etapas y llegar lo antes posible a su película grupal. De esa idea nació Batman v. Superman: El amanecer de la Justicia (Batman v Superman: Dawn of Justice, 2016), un batiburrillo anárquico y sin sentido que introducía apresuradamente a dos superhéroes destinados a ser los pilares de la Liga: Batman y Wonder Woman. Aunque esta última tendría su película el año siguiente (Wonder Woman, 2017), los fans de Batman todavía seguimos esperando un film que explique su personalidad y su trauma (se insinúa tímidamente el asesinato de Robin para justificar una manera de actuar violenta y pseudofascista, pero nada más). Pudieron las prisas y, salvo por un prólogo brillante en el que se nos vuelve a contar la muerte de los padres de Bruce Wayne, la que debía ser la película estructural del nuevo Universo Expandido de DC nació con más grietas que la malograda mansión Wayne. Aun así, Zack Snyder daba a la película una marcada identidad, más allá de sus múltiples errores, y un entorno atractivo para Batman.

Tras el batacazo de Escuadrón Suicida (Suicide Squad, 2016) y el único triunfo entre tanta mediocridad llamado Wonder Woman, un film irregular pero cargado de identidad y amor por el personaje, nos llega Liga de la Justicia, donde solo se nos han explicado tres de los seis superhéroes (Superman, Batman y Wonder Woman/ Cyborg, Flash y Aquaman) que intervienen en ella (el caballero oscuro rápido y mal). En consecuencia, ante el reto de crear una película originaria y entretenida que encandile a público y crítica, la decisión ha sido rebajar el tono, lo que viene siendo una traición al estilo marcado hasta por Zack Snyder hasta la fecha, descartar la construcción dramática de los personajes y apostarlo todo a un aparatoso festival de fuegos artificiales.

DC no oculta su intención de copiar a Marvel al fichar a Danny Elfman (compositor de Vengadores: Era de Ultrón junto a Bryan Tyler) para la banda sonora, y Joss Whedon, director y guionista de Los Vengadores y Vengadores: Era de Ultrón, para coescribir el libreto junto a Chris Terrio. Lo que es más, por culpa de una tragedia en el seno familiar de Zack Snyder, Whedon se puso tras las cámaras para suplirlo en la fase final del rodaje. El resultado es el choque de dos estilos extremadamente opuestos que se nota demasiado en el producto final, pero analicemos la película por partes.

Presentación de personajes

El inicio de una película sirve para presentar al personaje y lograr un grado de empatía con el espectador. Tiempos de calma, diálogo y exposición de traumas, personalidades y objetivos a cumplir para que el resto del metraje desarrolle y se sustente en esos conceptos de cara aun desenlace emocionante. Liga de la Justicia se toma el tiempo justo en estas vicisitudes, y en la mayoría de ellos, por no decir todos, lo hace de forma tosca y poco natural.

(A partir de aquí habrá ligeros destripes argumentales)

La presentación de Batman es la única que además de entretenimiento aúna tono y trama. Vemos al murciélago en acción y se nos ofrece información relativa al devenir de la película con esa caza del Parademon. Es en las siguientes introducciones donde surgen los problemas. El robo del banco con Wonder Woman como protagonista es, además de innecesario, poco atractivo e inconexo con la trama. No nos dice demasiado de una heroína que antes libraba guerras en pos de la libertad y ahora se dedica a detener delincuentes de poca monta, aunque digan ser terroristas. Para colmo, la secuencia no tiene el poder estético de la película dirigida por Patty Jenkins.

La relación de Barry Allen/Flash con su padre es, aparte de prescindible, pobre en su desarrollo. No aporta nada al conjunto, no condiciona la manera de actuar del personaje y su resolución está injustificada. Se nos presenta a un héroe solitario incapaz de afrontar un combate, pero no duda en sumarse a un grupo destinado a salvar el mundo. No existe tanta pega con esto último y sí con el hecho de que Flash supere su trauma en su primera intervención grupal. Haber reservado la resolución del conflicto interno para el clímax de la película habría sido una decisión mucho más sabia. Aun así, es el personaje mejor interpretado junto a la Wonder Woman de Gal Gadot, y deja momentos divertidos, pero sus secuencias están todavía muy lejos de las protagonizadas por Mercurio en X-Men: Días del futuro pasado y X-Men: Apocalipsis.

Con Arthur Curry/Aquaman se opta por hacer un movimiento curioso. En lugar de construirlo argumentalmente y a través del diálogo, son el tono y el aspecto visual los que lo definen. Más allá de la atractiva estética videoclipera de sus secuencias, el humo se desvanece para dar lugar a la nada. Por eso será el personaje peor tratado y más obviado en el resto del metraje, quedando para sí poco más que algún aislado chascarrillo y un par de secuencias de acción diseñadas por CGI.

Cyborg es sin lugar a dudas la carta peor jugada de toda la baraja. La trama nos presenta las cajas madre como elemento sobrenatural protagonista, y Victor Stone ha vuelto a la vida nada más y nada menos que gracias al poder de una de ellas. Pues este personaje, tanto en su presentación como posterior desarrollo, no se utiliza para nada en la evolución de la trama para así haber matado dos pájaros de un tiro. Se intuye levemente su pasado y una traumática relación paterno-filial que queda disipada en cierto momento de la película. Tal y como se ve en el tráiler, todo indica que había una fase dedicada a explicar la historia de Victor, pero el corte final la ha cercenado por completo.

Batman no solo no se ha vuelto un personaje más rico y complejo desde Batman v. Superman: El amanecer de la Justicia, sino que ha perdido todo su atractivo y queda relegado a mera comparsa y falso líder. Nada resta de aquel personaje oscuro interpretado hace un año por Ben Affleck, con trauma, dudas y conflictos por resolver. A Robin se lo ha llevado el viento, al igual que el interés de Affleck por su personaje, a años luz de su interpretación en la primera aparición de Batman en este universo. La presencia de Alfred y Jim Gordon es testimonial.

Un villano irrisorio

Escuadrón Suicida tenía infinidad de errores, pero no hay mal que por bien no venga. Esta cinta podría haber servido para analizar todo aquello que no funcionó y evitarlo en esta película. Entre otras cosas, un villano de chichinabo generado enteramente por ordenador. No solo no se ha aprendido la lección, sino que han tropezado de nuevo con la misma piedra. El resultado: Steppenwolf, un mero lugarteniente del villano que suponemos estará por venir, como si la realización de una secuela en la que apostar por Darkseid, el verdadero villano, se diera ya por hecha. Podría ser que Warner no diera vía libre a la secuela de Justice League y nunca lo veamos. Seguramente esto no ocurrirá, pero si se diera el caso, quedaría como uno de los mayores errores del cine superheroico haber jugado antes un plan B que el A.

En definitivas cuentas, que un villano aplastacráneos de tres metros sin mayor objetivo que destruir La Tierra es de por sí un personaje desfasado y de otra época. Comparado con Loki, por ejemplo, en la primera de Los Vengadores, queda a la altura del betún. Sus motivaciones para hacer lo que hace se mencionan por encima, no lo vemos, y ni siquiera se alude al riesgo que corre si no cumple con su misión.

Su plan tampoco pasa por unas fases marcadas. Unos pasos que cumplir hasta cumplir la tarea. Como se teletransporta a placer sin la necesidad de crear portales, aparece donde y cuando le viene en gana. En realidad todo es una excusa para llegar al tercio final, al portal interestelar, el ejército generado por CGI y las tortas por doquier; pero estos elementos solo tienen sentido si hay riesgo, si hay emoción y si la acción sirve para hacer avanzar los arcos de los personajes, y nada de esto ocurre en Liga de la Justicia.

Ausencia de plan

En la película hay dos objetivos marcados: primero, resucitar a Superman; segundo, acabar con Steppenwolf. La resurrección del hombre de acero es improvisada y da lugar a un personaje desorientado que no encaja con lo que hay a su alrededor. No queda ni rastro de ese personaje mesiánico torturado por las consecuencias de sus actos, amado y odiado a partes iguales que haga lo que haga es juzgado por todos. Unos antecedentes demasiado profundos, demasiado filosóficos para tener cabida en este nuevo universo más ligero. Una sensación que se percibe desde la butaca. Pero si me refiero a "improvisación" es porque nada se nos anticipa. Sabemos que Cyborg volvió a la vida gracias al poder de las cajas madre, pero como no lo hemos visto, no lo sabemos, y encontrarnos de repente con este acontecimiento nos saca de la historia.

Como consecuencia del planteamiento del guion y la exigua cantidad de metraje, la relación con Lois Lane queda relegada al olvido. Lo mismo con su madre, al igual que cualquier posible relación amorosa, amistosa o familiar de cualquier personaje con otro ajeno a la trama principal.

Resucitado Superman, superado ese primer obstáculo hasta llegar a la meta, no encontramos ninguna serie de dificultades que lleven inexorablemente al enfrentamiento con Steppenwolf. Todo es artificial y forzado hasta ese desenlace anticlimático, en el que la emoción es sustituida por los efectos digitales y donde no hay una estrategia para derrotar al villano más allá de atacar sin miramientos. No los vemos flaquear, no hay estructura en el enfrentamiento. En ningún momento se intuye fracasar la misión. Tampoco las consecuencias si esto ocurriera. Es triste, pero asistimos impertérritos a la sucesión de unos acontecimientos dirigidos con piloto automático, sin virguerías de autor y sin momentos álgidos para el disfrute del respetable. La batalla acaba y ningún personaje ha evolucionado gracias a la misma. Todo sigue igual, a la espera del siguiente villano que vuelva a reunirlos.

El bigote de Henry Cavill y el bótox de Ben Affleck

Por cuestiones contractuales hemos estado a punto de ver a un Superman con bigote, pero gracias al CGI, Herny Cavill ha gozado de un afeitado apurado de aspecto grimoso, casi siniestro. Es probable que de no saberlo pase desapercibido, pero hasta de forma inconsciente sentimos que algo no se mueve de manera natural, y es ese labio superior del actor británico que obedece a unas leyes diferentes de las nuestras. Un ejemplo más de una película mirada por un tuerto.

Si el labio superior generado por ordenador de Henry Cavill ha sido la principal consecuencia negativa de una fase extra de rodaje, otra no menos notoria ha sido el cambio en el gesto de Ben Affleck. Son conocidos los problemas sentimentales y con el alcohol que ha atravesado el actor norteamericano. También su pasión por el bótox y su dejadez física que se ve en algunos de los planos rodados por Joss Whedon. La arruga fruto de la edad cede el paso a un gesto excesivamente estirado en la misma secuencia. También vemos a un Ben de más de hinchado en algunas de las nuevas escenas que terminan por confirmar que ni el actor pasa por su mejor momento ni está igual de involucrado con el personaje como sí lo estaba en Batman v. Superman: El amanecer de la Justicia.

Disonancia fotográfica-tonal

Tanto en El hombre de acero como en BvS, Zack Snyder acompañó la gravedad de las historias con un tono y un color sobrio y oscuro, adecuados para la ocasión. Poca luz y muchas sombras. Al optarse en Liga de la Justicia por rebajar la trascendencia de los acontecimientos, el humor cobra mayor protagonismo y todo es más ligero, pero no así la fotografía, que choca conceptualmente con la naturaleza de la historia. Sí se optó por pasar la batuta de Hans Zimmer y Tom Holkenborg a un enérgico Danny Elfman que retoma temas del pasado, pero nada queda de la reluciente Themyscira de Patty Jenkins. Ni siquiera se nos muestra la Atlantis de Aquaman.


Creo que no me dejo nada en el tintero. He hecho mi mayor esfuerzo para intentar explicar por qué creo que Liga de la Justicia es una película fallida. Muchas veces se aprende más viendo los errores que las virtudes de una historia, y en este caso hay mucho que analizar y multitud de aspectos que podrían haberse enfocado de manera diferente para lograr un producto más emocionante y, en consecuencia, disfrutable más allá de poder ver en movimiento a tus superhéroes favoritos.

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